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viernes, 11 de septiembre de 2009

• MICROFLORA NORMAL

MICROFLORA NORMAL

Un cuerpo humano está formado por alrededor de 10 14 células, de las que sólo aproximadamente el 10% son humanas, el resto son microorganismos asociados. En su gran mayoría estos microorganismos no son patógenos. La flora normal puede llegar a ser localmente muy abundante como en el intestino grueso donde se alcanzan niveles de 10 11 microorganismos por gramo.
Se denomina microbiota normal, flora normal o flora nativa al conjunto de microorganismos que viven de forma habitual en un cuerpo sano. Los lugares donde se encuentran pueden ser muy variados y en ellos desarrollan tareas beneficiosas para el ecosistema general del cuerpo. Estas tareas incluyen la participación en los procesos de digestión de alimentos y de síntesis de vitaminas en el intestino, la producción del pH ácido de la vagina o la protección competitiva frente a patógenos.
Por consiguiente, en la mayoría de los casos, la interacción entre la flora normal y el ser humano es beneficiosa; pero pueden producirse circunstancias en que esto cambie y la flora normal se torne patógena oportunista.
Los tratamientos con antibióticos de amplio espectro o la acción antiséptica de algunos productos de limpieza (jabones, por ejemplo) pueden alterar la flora normal lo que, en ocasiones, deja la puerta abierta para el desarrollo de procesos infecciosos oportunistas que pueden llegar a ser graves (por ejemplo, la colitis post-antibiótico producida por C. difficile).

La flora normal puede inducir una respuesta inmune en los tejidos lo que facilita el control de los microorganismos. Es más, en algunos casos la flora normal es esencial para el desarrollo de los tejidos. Por lo tanto, no debe verse a las bacterias de la flora normal como algo extraño que los tejidos humanos aprendan a soportar sino, más bien, parece ser que los tejidos pueden promover en ciertas ocasiones asociaciones con bacterias que resultan favorables. En este sentido, los receptores de nuestras células pueden participar en el mantenimiento de estas relaciones saludables con nuestra flora habitual y en el establecimiento de nuevas relaciones.
La flora normal está formada por microorganismos que se han adaptado a la permanencia en organismos superiores. Se puede pensar que la interacción patógena puede ser la excepción y no la norma en las relaciones entre microorganismos y organismos superiores.

Un ejemplo de coevolución de microorganismos y huésped es el del virus de la mixomatosis y los conejos en Australia: este virus se introdujo para controlar las poblaciones de conejos asilvestrados y produjo una alta mortalidad entre estos; sin embargo, en pocos años apareció espontáneamente una variante atenuada del virus que no causaba la muerte del conejo y que con unos pocos años más se hizo predominante en la población. Ejemplos similares podrían explicar la presencia de muchos reovirus en el intestino humano.

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