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Visita a tu dentista cada 6 meses

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lunes, 7 de septiembre de 2009

INMUNIDAD Y VACUNAS

El sistema inmunitario, que está compuesto por células, proteínas, tejidos y órganos especiales, nos protege contra los gérmenes y microorganismos que nos acechan en nuestra vida cotidiana. En la mayoría de los casos, el sistema inmunitario realiza un gran trabajo manteniéndonos sanos y previniendo posibles infecciones. Pero a veces los problemas del sistema inmunitario pueden provocar enfermedades e infecciones.
Las células que forman parte de este sistema de defensa son los glóbulos blancos, o leucocitos, Estos circulan por todo el cuerpo entre órganos y nódulos a través de los vasos linfáticos. (Uno puede pensar en los vasos linfáticos como una especie de autopista entre áreas de descanso, que serían los órganos linfoides y los ganglios linfáticos). Los leucocitos también pueden circular a través de los vasos sanguíneos. De este modo, el sistema inmunitario funciona de forma coordinada para detectar cualquier sustancia que pudiera provocar problemas.
Las sustancias que invaden el organismo se denominan antígenos. Cuando se detecta un antígeno en el organismo, varios tipos distintos de células colaboran para identificarlo y reaccionar en consonancia. Estas células desencadenan la producción de anticuerpos en los linfocitos B. Los anticuerpos son proteínas especializadas que se adhieren a antígenos específicos. Los anticuerpos y los antígenos encajan perfectamente entre sí.
Lo que hace una vacuna es introducir en el organismo el antígeno de un modo que no enferma a la persona vacunada pero que desencadena en su organismo la respuesta de fabricación de anticuerpos que la protegerán de ataques futuros del germen o sustancia causante de la enfermedad.
Aunque los anticuerpos pueden reconocer un antígeno y adherirse a él, no pueden destruirlo sin ayuda. Y ahí es donde intervienen los linfocitos.

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